miércoles, 19 de octubre de 2016

La alhambra
La lucha de los moros a España

16 de enero de 2007 Publicado por Tilda
Los musulmanes o moros (del latín, mauros=oscuro), personas pertenecientes a la religión islámica, invadieron la Península Ibérica, a la que llamaron Al-Ándalus, en el año 711, al mando del general Tara, con aproximadamente 20.000 hombres, durante el reinado del rey visigodo Roderick. Sólo el norte montañoso continuó en poder de los españoles.
En ese año, los árabes ya dominaban toda la costa oeste de África y otros ejércitos habían invadido el Asia Menor y las islas griegas, poniendo en peligro a Constantinopolitana.
Como capital árabe de Hispania se fundó el emirato de Córdoba, independizándose política aunque no religiosamente del califa musulmán de Damasco, perteneciente a la dinastía Abasí, que habían destronado a los Omeyas, familia a la que pertenecía Abderramán, que logró escapar a Al-Ándalus, estableciendo el emirato de Córdoba como un estado islámico autónomo. Allí se sucedieron Abderramán I y Abderramán II y fundaron la primera universidad europea.
Con la asunción de Abderramán III, en 912 se acrecentaron los conflictos internos, constituyéndose el califato de Córdoba, que sustituyó al emirato, uniendo el poder político al religioso, en el año 929, como posibilidad de hacer frente a la crisis, mediante la concentración de poderes, y su independencia total del califato abasí que había establecido su capital en Bagdad. El centro del poder político y residencia del califa se fijó en Nadina al-Zara, majestuosa obra arquitectónica mandada a construir por el nuevo califa.
El califato sucumbió en el año 1031, luego de que el inepto califa Hispan II, que gobernó desde el año 976 al 1009, delegara su poder en el hachib Almanzor, que se dedicó a una política agresiva que acabó con el poder musulmán que se fue extinguiendo junto a su vida, ya que a la muerte del califa y a la suya sobrevinieron disputas por la sucesión que terminaron con la división del territorio en distintos reinos o taifas. Estos problemas internos a los que se agregaron sucesivas invasiones desde el norte de África, hicieron que sólo subsistiera el reino de Granada.
Los nuevos reinos cristianos que fueron conformándose a partir del siglo VIII, fueron consolidándose, tratando de reconquistar el territorio, desde el año 718, en que obtuvieron el triunfo en Covadonga, hasta apoderarse en el año 1492, del reino de Granada, fundada en el año 1238, gobernada por una dinastía Nazarí. Antes ya habían logrado establecer los reinos cristianos de Asturias, León, Navarra, Portugal, Castilla y Aragón.
Durante el extenso período de dominio, los musulmanes supieron separar la religión de la ciencia, lo que permitió que esta última avanzara, en contraposición a lo sucedido durante la Edad Media cristiana.
Sus notables médicos comprobaron el modo de impedir la propagación de las epidemias mediante el aislamiento de los pacientes afectados.
Importaron de Egipto un sistema de numeración sumamente completo. La palabra álgebra proviene del árabe.
Realizaron obras de irrigación extraordinarias, ya que como hombres del desierto apreciaron la riqueza que significaban las llanuras costeras.
Los musulmanes permanecieron en España durante aproximadamente 8 siglos, donde realizaron grandes obras culturales, caracterizados por su exquisita ornamentación.
Merece particularmente destacarse, la fortaleza de la Alhambra, que significa “castillo rojo” donde Muhammad I, en el año 1237, fundador del reino de Granada, estableció su residencia.
Hasta la Sabika, las cimas más elevadas de la Colina Roja, llegaron las aguas del río Darro, mediante una presa y una acequia. El agua se empleó no sólo como ornamento sino para el riego, que transformaron esa zona desértica en un oasis. Fue tomando características de una ciudad, desde donde se dominaba estratégicamente toda Granada y donde proliferaron los palacios.
Una de las muchas maneras de desenfocar los contenidos sociales y políticos de la reacción obrera y campesina contra el (anunciado) golpe militar-fascista de julio de 1936, es la de dejar de lados temas primordiales como lo fueron la intensa crisis social que vivía el país, sobre todo desde 1933, el descuido de temáticas como transformación social, la irrupción de un feminismo proletario en movimiento, el desastre estratégico de tratar de convencer (por la moderación) a las potencias que traicionaron la República al apostar por la No-Intervención, o el olvido de la cuestión colonial, de Marruecos, sobre todo cuando la contrarrevolución se nutría de las tropas coloniales y estaban utilizando a los “moros” como “cipayos”…
Esto último se solapa (podía citar (gruesos volúmenes que ni lo tratan o pasan de puntillas), si bien ya existen trabajos de envergadura que abordan la cuestión. Este es el caso del formidable estudio de Sebastián Balfour, Abrazo mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos(Península, Barcelona, 2002), que deja al descubierto las atrocidades perpetradas por el ejército colonial español en un África que aparecía como un “consuelo” frente a la pérdida final de las colonias en 1898. Balfour demuestra, lo que dejará todavía más claro Gustau Nerón en La guerra que vino de África (Crítica, Barcelona, 2005), a saber, que el ejército “salvador “empleó en la península  las mismas táctica que en las colonias. Uno y otro, así como otros trabajos, abundan en el atraso de nuestro anticolonialismo, atraso del que no se libró ni tan siquiera nuestro movimiento obrero. Incluso el PCE que se había batido tradicionalmente sobre este punto, lo olvidó. No cuadraba con la política frente populista, y en el acuerdo del Frente Popular francés, la cuestión colonial quedaba como siempre. Bajo el sometimiento.
Durante el inicio de la guerra civil hubo una tentativa de buscar un acuerdo con los nacionalistas marroquíes, obviamente opuestos a la utilización como “tropas de choques” que hacían los golpistas contra la República. A tal efecto, Julián Gorki fue encargado por el Comité de milicias catalán para tratar en Madrid el asunto ante Largo Caballero el acuerdo que se había llegado con ellos pasaba por reconocer al “Protectorado” una autonomía similar a la que tenía la Generalitat catalana. Este acuerdo ya había sido esbozado durante unas conversaciones entre los representantes de dicho comité con los nacionalistas magrebíes. Anotemos que esto fue posible gracias la iniciativa de Robert Luzón, uno de los líderes del grupo “Revolución proletaria” francés que lideraba el histórico sindicalista revolucionario Pierre Móntate y por dos militantes trotskistas franceses, Jean Reus y David Rosset (ver mi artículo sobre este en www.kaosenlared.net/noticia/aportes-sobre-cuestion-comunista-1-extrano-caso-david-rousset)

Los moros en España | La guía de Historia http://www.laguia2000.com/edad-media/los-moros-en-espana#ixzz4NZN3v6iA

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